Habíamos salido temprano de Pina, después de dejar atrás la Hoya las Viñas pasamos junto a la Masada las Monjas y el rebollar que lo enfrenta, y nos adentramos en la Sierra de Cerdaña. Alberto y Alfredo, que aquella temporada estaban "pelando" los pinos de las artigas de la abuela Rosa, me llevaban a visitar una masía que habían comprado dos personas de Valencia con la idea de dejar la ciudad y con el tiempo vivir en ella. Aunque estaba situada en Caudiel, habíamos optado, en lugar de coger el coche, por ir andando siguiendo una antigua senda que pasaba por la Cueva de Cerdaña.